Como residente multigeneracional, líder comunitario y propietario negro de una pequeña empresa en Minneapolis, estoy profundamente preocupado por la propuesta de establecer una nueva junta de normas laborales en nuestra ciudad.

Aunque aún no hemos visto el texto de ninguna ordenanza, en general a una junta de normas laborales se le otorgaría un poder inmenso para elaborar leyes laborales, de beneficios y de salarios específicos de la industria, que luego estarían sujetas a una votación a favor o en contra por parte de la Ciudad. Concejo.

Si bien estoy totalmente de acuerdo con la intención (proteger e invertir en la fuerza laboral de nuestra ciudad), me preocupa que la propuesta ignore por completo las protecciones existentes a los empleados en Minneapolis y resulte en la aceleración de nuevos mandatos que podrían paralizar a las pequeñas empresas como la mía.

Actualmente, existen disparidades dentro del mercado laboral de Minnesota que afectan de manera desproporcionada a las personas de color. De hecho, estas disparidades necesitan intervenciones específicas. Sin embargo, un enfoque único para todos los sectores, como se propone en el modelo de la junta de normas laborales, ignora los matices de los desafíos que enfrentan las pequeñas empresas a diario y la realidad de que conocemos mejor a nuestros empleados y estamos en la posición más efectiva para abordar sus inquietudes.

Ya atravesamos un panorama plagado de escasez de mano de obra y costos operativos crecientes. La industria hotelera, en particular, continúa recuperándose de los impactos de la pandemia de COVID-19, y muchas empresas operan con márgenes reducidos. Regulaciones adicionales de una junta de normas laborales podrían agravar estos desafíos, dificultando aún más que las pequeñas empresas sigan siendo competitivas.

En lugar de establecer una nueva burocracia municipal encargada de desarrollar nuevos mandatos, ¿por qué no centrarse en hacer cumplir las leyes que ya están vigentes? ¿O mejor aún, invertir en programas que garanticen que los propietarios de pequeñas empresas estén debidamente informados sobre esas leyes?

Vale la pena repetir que la comunidad de restaurantes de Minneapolis se preocupa profundamente por nuestros empleados. Las pequeñas empresas cultivan relaciones profundas con nuestro personal, similares a los vínculos familiares. Entendemos las complejidades de nuestras operaciones y las tratamos con cuidado y dedicación. Imponer regulaciones estrictas a través de una junta de normas laborales podría socavar la autonomía y la creatividad que impulsan a empresas como la mía, sin tener en cuenta los sueños y aspiraciones únicos que alimentan nuestros esfuerzos.

Después de todo, reconocemos que el compromiso y la productividad de los trabajadores dependen de factores como la satisfacción laboral, el desarrollo de habilidades y la cultura del lugar de trabajo, no sólo de la regulación. Los estándares rígidos impuestos por esta junta podrían sofocar la innovación y la flexibilidad, que son cruciales para que las pequeñas empresas sobrevivan y prosperen. Las regulaciones excesivamente prescriptivas pueden obstaculizar inadvertidamente, en lugar de ayudar, nuestra capacidad de continuar invirtiendo en nuestros empleados.

En el espacio hotelero de Minneapolis, las pequeñas empresas representan más que entidades económicas: expresamos pasión, creatividad y espíritu comunitario. Los acogedores cafés donde se reúnen los vecinos, los restaurantes íntimos donde se brindan las celebraciones y los hoteles boutique que ofrecen experiencias únicas a los huéspedes llevan la marca indeleble de la visión de sus fundadores, una visión que a menudo nace de años de arduo trabajo, sacrificio y determinación inquebrantable.

Someter estas empresas a los mandatos de una junta no electa sofoca la esencia de lo que las hace especiales. Nos niega la libertad de innovar, adaptarnos y prosperar en un panorama en constante evolución. Estas empresas no operan como corporaciones anónimas impulsadas únicamente por resultados. Actúan como obras de amor, construidas con pasión, arte y un profundo compromiso con sus comunidades. La junta de normas laborales propuesta amenaza con deshacer el progreso que hemos logrado y poner en peligro la existencia de los queridos restaurantes y hoteles de nuestra ciudad.

Los formuladores de políticas en Minneapolis deberían esforzarse por fomentar un ambiente de colaboración donde los propietarios de pequeñas empresas sean valorados como socios en el progreso. Deben reconocer que estos emprendedores poseen una gran cantidad de conocimientos y perspectivas obtenidos de años de experiencia práctica. Al participar en un diálogo significativo y aprovechar la sabiduría colectiva de la comunidad, el Ayuntamiento puede desarrollar mejores soluciones que promuevan la justicia y la equidad sin sofocar el espíritu empresarial que impulsa a Minneapolis. Y, lo más importante, pueden preservar la magia de estos soñadores para las generaciones venideras.

Insto al Ayuntamiento de Minneapolis a que reconsidere esta propuesta. El futuro de las pequeñas empresas de nuestra ciudad y, por extensión, de las vibrantes comunidades que apoyamos, depende de ello.

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