Por qué la batalla de China contra la deflación puede tener implicaciones globales Por Investing.com

Investing.com — Mientras gran parte del mundo está recibiendo con agrado las señales de enfriamiento de la inflación tras un episodio histórico de altísimas subidas de precios, China se enfrenta a crecientes temores de que podría estar entrando en un período de deflación arraigada.

En agosto, la inflación de los precios al consumidor en China alcanzó su ritmo más rápido en medio año, pero los datos no sirvieron para calmar las preocupaciones sobre el estado de la demanda en la segunda economía más grande del mundo. Gran parte de esto se debió al hecho de que los precios de los alimentos (el principal impulsor del aumento del 0,6% en el índice de precios al consumidor de China en comparación con el año anterior) se vieron impulsados ​​principalmente por las inclemencias del clima estival, en lugar de una recuperación más sostenible de la demanda interna.

La inflación básica al consumo, que excluye artículos como alimentos y combustibles, se situó en el 0,3% en agosto, una desaceleración respecto del 0,4% de julio. Fue la cifra más baja en casi tres años y medio.

Al mismo tiempo, los precios al productor se contrajeron un 1,8% interanual, acelerándose respecto de una disminución del 0,8% en el mes anterior.

Los analistas de Morgan Stanley advirtieron que la deflación prolongada representa un peligro potencial para las perspectivas económicas, y añadieron que los montos de los salarios en particular podrían disminuir. Esta tendencia amenaza con iniciar un efecto dominó de disminución del gasto, menores ingresos corporativos y despidos subsiguientes.

En la década de 1990, Japón entró en un período similar de deflación que desencadenó lo que desde entonces se conoce como sus “décadas perdidas”, o un período de estancamiento económico tras el pico del meteórico ascenso del país después de la Segunda Guerra Mundial en la década de 1980.

“Como lo han demostrado décadas en Japón, la deflación puede conducir a un ciclo que cada vez resulta más difícil de romper”, dijeron los analistas de Morgan Stanley en una nota a sus clientes.

Para evitar un destino similar, los economistas han argumentado que el gobierno de China podría necesitar implementar medidas radicales -y potencialmente costosas- para detener el ciclo deflacionario.

Pekín ya ha intentado revitalizar la economía otorgando préstamos al sector industrial, aunque la ayuda a esas empresas ha incrementado la oferta de bienes de consumo sin impulsar la demanda general, alimentando aún más la deflación.

“En consecuencia, el impulso a corto plazo al empleo, al ingreso y, por ende, al gasto interno ha sido muy limitado”, dijeron los analistas de Morgan Stanley.

Actualmente, China ha elaborado un plan para alcanzar un crecimiento del producto interno bruto real del 5% en 2024. Pero las presiones deflacionarias podrían amenazar ese objetivo, han dicho los economistas.

Los legisladores podrían comenzar a considerar brindar apoyo fiscal a los programas de vivienda y bienestar social, predijeron los analistas de Morgan Stanley, diciendo que estas medidas podrían apuntalar el “crítico” sector inmobiliario de China y aumentar los ahorros.

Sin embargo, advirtieron: “A pesar de las primeras señales de un cambio de tono por parte de Beijing, es difícil imaginar un cambio significativo en la dirección de la política y, posteriormente, de la economía en el corto plazo”.

La actual batalla contra la contracción de los precios no se limita sólo a China, agregaron los analistas, señalando que, desde su posición como uno de los principales destinos comerciales del mundo, el país “sigue exportando presión desinflacionaria a nivel mundial”.

Señalaron que el ciclo deflacionario de China hasta ahora ha afectado la inflación básica tanto en Estados Unidos como en la eurozona en alrededor de 0,1 punto porcentual, y agregaron que esto es “significativo” ya que los bancos centrales de ambas regiones están comenzando a embarcarse en un nuevo ciclo de reducciones de las tasas de interés.



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