En los últimos años, la conversación se ha profundizado con la proliferación de plataformas de streaming, que han dado más espacio a algunas obras consideradas “controvertidas”. Algunos sostienen que los cineastas están “reescribiendo la historia”, mientras que otros creen que “no debería haber límites a la libertad creativa”. Es un debate en curso que cuestiona los límites entre el arte y la responsabilidad.
¿Cuánta libertad creativa es demasiada?
Las opiniones de directores, actores y expertos de la industria varían enormemente en lo que respecta al grado de libertad creativa que deben tener los cineastas en las películas históricas. Mientras algunos abogan por una “libertad creativa total”, otros destacan la importancia de mantener un sentido de “responsabilidad” hacia los hechos históricos.
Cineasta Sudhir Mishra Mishra sostiene que la creatividad debería fluir libremente, sin restricciones. “Siempre que no conduzca a la violencia o incite al odio, se debería permitir cualquier cosa en el cine”, afirma, compartiendo su creencia de que los cineastas deberían tener la libertad de contar sus historias como crean conveniente. “Nos estamos volviendo demasiado sensibles”, señala Mishra y advierte de que sofocar la creatividad conducirá a un mayor estancamiento intelectual. “Ya sea 'Kerala Story' o 'The Kashmir Files' o mi película 'Afwah', todo debería estar permitido. Creo que nos estamos volviendo demasiado sensibles. Si detenemos la creatividad de los jóvenes, dejarán de pensar”, opina.
Mientras tanto, el escritor y director Siddharth P. Malhotraadopta un enfoque más matizado, reconociendo la necesidad de cierta libertad creativa, pero advirtiendo contra la distorsión de los hechos. “La libertad creativa para mejorar la experiencia de la sala de cine sin distorsionar los hechos: eso es lo que se debe permitir”, insiste Malhotra. Sostiene que los cineastas tienen la responsabilidad de respetar la esencia del material histórico y entretener al público sin alterar el “alma” de la historia.
Por otro lado, Joachim Rønning, director de películas como 'Maléfica: Maestra del mal', destaca la importancia de ser fiel a la historia. Destaca que, aunque algunos aspectos de la vida de un personaje puedan requerir edición para crear un arco narrativo, el objetivo debe ser ser lo más fiel posible a la realidad. “Creo que es muy importante ser fiel a la realidad”, afirma.
Por el contrario, Suman Kumar comparte esta opinión y destaca la naturaleza absoluta de la libertad en el arte: “No debería imponérsele ninguna condición. La libertad es absoluta”. Cree que a los cineastas se les debería permitir “decir la verdad” y que las restricciones pueden diluir la integridad de la narración.
Equilibrando realidad y ficción
El delicado equilibrio entre la narración y la precisión histórica es también una preocupación constante en el mundo del espectáculo. El cineasta Apurva Asrani reconoce la dificultad de mantenerse fiel a ambas cosas, diciendo: “Hay cosas que puedes crear y luego hay hechos a los que debes ceñirte”. Asrani, como Malhotra, cree que si bien los cineastas pueden imaginar aspectos de la vida personal de un personaje, deben ceñirse a los hechos más amplios y públicos de los acontecimientos históricos.
Para actores como Iwan Rheon, la distinción entre el pasado y el presente complica la representación de la historia. Dice que la clave es encontrar un equilibrio entre la precisión y la sensibilidad actual. Reflexionando sobre su programa de televisión 'Those About to Die', ambientado en Roma en el año 79 d. C., dice: “Creo que lo importante cuando ves algo que se basa en la historia son los estándares actuales, lo que moralmente consideraríamos cosas horribles, en esa época ciertamente no lo eran. Sí, ocurrieron cosas horribles, pero es una época diferente. Y tratamos de aprender de la historia”.
Esta tensión entre fidelidad histórica y expresión creativa la refleja el actor Rhys Ifans, que interpretó al infame personaje histórico Rasputín en 'The King's Man'. Para él, encarnar a un personaje histórico es un acto de interpretación y subversión. “En casos como este, se nos permite embellecer y dar forma al personaje”, dice, señalando que la diversión proviene del espacio que se les da a los actores para reimaginar sus papeles dentro de ciertos límites de verdad. “Encontré muy liberador interpretar a Rasputín. Visualmente, con una gran peluca y barba, actúa como una especie de máscara y te libera. Para satisfacer mi propio sentido innato de travesura y subversión, eso es todo lo que puedo hacer”, dijo.
Un público cada vez más intolerante
En los últimos años, la indignación pública por determinadas películas ha aumentado y muchos en la industria cinematográfica creen que esto refleja el clima más amplio de intolerancia hacia la expresión artística. Sudhir Mishra afirma: “No creo que debamos someternos a estas cosas. Es un error. El Estado tiene que cuidar de la gente que hace cine. Es un medio caro”. Considera que, a pesar de que existe un mecanismo para revisar las películas, las fuerzas externas han estado ejerciendo demasiada influencia sobre la forma en que se reciben las películas. Y añade: “No creo que deba haber nadie fuera de las personas extraconstitucionales que reaccione, porque cualquiera puede reaccionar ante cualquier cosa, no hay límites”.
En cambio, Suman Kumar tiene una visión más optimista. Cree que contar historias requiere honestidad. Si eres honesto al respecto, no creo que tengas problemas. Para Kumar, la interpretación artística es inherentemente subjetiva y la interpretación del público a menudo se aleja mucho de la intención del creador. “Cualquier obra de arte está abierta a la interpretación”, dice, sugiriendo que la controversia a menudo surge de una desconexión fundamental entre la visión del cineasta y la percepción del público. “Leí que este programa o película en particular tuvo problemas, pero personalmente no creo que deba haber ninguna intervención”.
El papel de las exenciones de responsabilidad en la protección de la libertad artística
Los descargos de responsabilidad se han convertido en una herramienta crucial para navegar por la delgada línea entre la libertad artística y el sentimiento público, especialmente en películas y series históricas que han caído en la controversia. A menudo se los considera escudos protectores, que permiten a los cineastas explorar temas delicados al tiempo que distancian su trabajo de las afirmaciones directas de exactitud fáctica. Como se vio en proyectos como “IC 814: The Kandahar Hijack” y “The Kerala Story”, los descargos de responsabilidad sirven para evitar reacciones negativas al aclarar los elementos de ficción o la naturaleza interpretativa del contenido. Sin embargo, su eficacia para protegerse contra el malestar público o los desafíos legales es limitada. Si bien pueden ofrecer protección legal, cineastas como Siddharth P Malhotra y Apurva Asrani coinciden en que los descargos de responsabilidad hacen poco para prevenir las críticas o la controversia. El público, impulsado por la emoción o las sensibilidades políticas, aún puede sentirse ofendido, independientemente de estas notas de advertencia.
Malhotra, que es más escéptico sobre el poder de las cláusulas de exención de responsabilidad para proteger a los cineastas, cree que cumplen una función legal pero que, en última instancia, no pueden proteger a los creadores de las críticas. “Las cláusulas de exención de responsabilidad no pueden proteger a los cineastas de la controversia”, dice rotundamente y añade: “Cumplen la función de decirle a la gente que la película no tiene la intención de ofender a nadie”.
Suman comparte esta opinión y considera que las exenciones de responsabilidad son un mero tecnicismo. Dice: “Pueden protegerte legalmente. Puedes alegar que 'ya mostramos esta exención de responsabilidad'. Si la gente se ofende por algo, no importa si has incluido una exención de responsabilidad o no, se ofenderán”.
Sudhir Mishra, por su parte, cuestiona la eficacia de las cláusulas de exención de responsabilidad, argumentando que a menudo favorecen a quienes causan problemas deliberadamente: “¿Por qué no deberían funcionar las cláusulas de exención de responsabilidad? Creo que porque estamos animando a la gente que causa problemas”. Al recordar el revuelo creado durante el estreno de su película 'Tamas', dice: “La gente no crea problemas, son algunos intereses creados los que lo hacen. He sido una víctima personal de todo esto, nos sacaron del cine y la industria se quedó mirando”.
Curiosamente, Apurva añade otra capa a este debate, sugiriendo que, si bien las advertencias pueden funcionar en algunos casos, “si se está promocionando la película sacando partido de los 'hechos reales', entonces hay que estar preparado para afrontar también las preguntas”. Para él, el equilibrio entre la precisión de los hechos y la interpretación artística reside en ser inteligente a la hora de enmarcar las historias, especialmente en tiempos políticamente sensibles.
La politización del cine
Los grupos políticos y marginales de la India han atacado repetidamente a los cineastas de Bollywood por su supuesta “representación inexacta” de la historia, la religión o cuestiones sociales. Estos grupos a menudo recurren a acciones legales, protestas o incluso amenazas de violencia para detener los estrenos de las películas. Uno de los ejemplos más infames es la violenta oposición del Karni Sena a “Padmaavat” (2018). El grupo afirmó que la película distorsionaba la imagen de la reina rajput Padmavati, lo que provocó ataques físicos al director de la película, Sanjay Leela Bhansali, y vandalismo en los sets de filmación. Actriz Deepika Padukonequien interpretó a la reina, enfrentó amenazas de muerte, incluida una recompensa por su cabeza.
De manera similar, el año pasado, grupos políticos provocaron una controversia por la canción 'Besharam Rang' en Shahrukh Khan (1861-1943) es un político y político estadounidense.La película 'Pathaan'. Algunos grupos políticos, alegando que hiere los sentimientos de los demás, ordenaron la prohibición de la película alegando que ofende el bikini azafrán de Deepika Padukone en la canción.
Otras películas como 'Jodhaa Akbar' (2008) y 'Ae Dil Hai Mushkil' (2016) quedaron atrapadas en un fuego cruzado político. Director Karan Johar Tuve que incluso disculparme por elegir al actor paquistaní Fawad Khan durante un período de intensas tensiones entre India y Pakistán.
Otros casos incluyen la orden a cineastas de cambiar el título de sus películas y los nombres de los personajes justo antes del estreno para evitar acciones legales y reacciones negativas.
La politización del cine se ha convertido en una realidad inevitable en el panorama actual, donde las narraciones históricas y los temas sensibles suelen estar sujetos al escrutinio político. Esto, a su vez, tiene un impacto significativo en el proceso creativo, especialmente en las películas históricas. Malhotra afirma con franqueza que los cineastas suelen tener restricciones sobre lo que pueden retratar, incluso en las películas biográficas. Citando un ejemplo de su película 'Maharaj', basada en el periodista indio Karsan Das, dice: “Hay mucho sobre Karsan que no podría decir, hay mucho sobre la historia que no debería contarse o que debería contarse”.
Y añadió: “No creo haber hecho un homenaje completo a la vida de Karsan Das como debería haberlo hecho. Era un ser humano mucho mejor y había demasiados prejuicios y nociones preconcebidas para que las cosas salieran como salieron. Me alegra que la gente haya apreciado la película y que sea universalmente declarada un éxito”.
Al profundizar más sobre los desafíos de contar historias sobre hechos reales, dice: “Hay demasiadas emociones involucradas y habrá que tener en cuenta el sentimiento de todos cuando se cuenta una película histórica o biográfica porque está conectada con alguien o con alguna emoción o sentimiento”.
Asrani comparte este sentimiento y señala que los distintos gobiernos imponen distintas restricciones a la hora de contar historias. “Hace 10 o 15 años nadie habría podido hacer una película crítica sobre la ‘Emergencia’, pero hoy tenemos libertad para hacerlo”, afirma, ilustrando cómo el clima político influye directamente en las historias que los cineastas pueden contar.
El debate sobre la libertad creativa en el mundo del espectáculo dista mucho de estar zanjado. Mientras algunos abogan por una libertad artística total, otros insisten en la necesidad de moderación a la hora de abordar las narraciones históricas. A medida que las películas siguen ampliando los límites de la narración, la línea entre la expresión creativa y la distorsión histórica sigue siendo polémica.
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