Reseña de 'Seeking Mavis Beacon': en busca de una leyenda de la mecanografía

Los modelos a seguir son de todo tipo y tamaño, y siempre dicen más sobre la naturaleza de la influencia que la persona que da el ejemplo. Por eso, queremos agradecer sinceramente a Mavis Beacon, pionera de la era informática, por inspirar un documental tantos años después (la efervescente aventura de Jazmin Jones, “Seeking Mavis Beacon”) que pone el impacto de un icono tecnológico en un contexto agudo, divertido y que invita a la reflexión.

Lo bueno es que Mavis Beacon no es una persona real, pero ella rotundamente… era uno de los innumerables millennials negros que aprendieron a escribir a máquina con un juego de software lanzado en 1987 que mostraba el rostro brillante y sonriente de una mujer elegantemente vestida que se parecía a ellos y que parecía estar vendiendo empoderamiento inconscientemente.

Jones, que se estrena como director de largometrajes, se desliza entre la creación de un invento de marketing de finales de los años 80 programado por tres hombres blancos y nuestro mundo de irrealidad cibernética del siglo XXI y se convierte en un detective entusiasta y decidido que investiga un icono cultural. Para ello, tiene que seguir la pista de la bella modelo haitiana Renée L'Espérance, que, tras ser contratada en un mostrador de perfumes de Los Ángeles, pareció desaparecer después de que su rostro lanzara a millones de usuarios a un nuevo mundo de educación interactiva.

Con la ayuda de una colaboradora universitaria astuta y autoproclamada “doula cibernética” llamada Olivia Ross (también productora asociada de la película), el intrépido dúo investiga la historia mitológica de Mavis con una encantadora mezcla de reverencia, curiosidad intelectual y humor, como una pandilla de dos Scooby-Doo de la era de Internet. Se siguen pistas, se colocan señales de “desaparecido”, se conjuran espíritus y se entrevista a pensadores culturales sobre todo, desde el papel de las mujeres en la servidumbre tecnológica (hola, Siri y Alexa) hasta conceptos como el fabulismo crítico, la curación con datos y el ciberfeminismo.

La directora Jones, una presencia vivaz en pantalla, ve su proyecto como un seguimiento del camino establecido por la cineasta negra pionera Cheryl Dunye, cuya película histórica “La mujer sandía” Según deducimos, probablemente esté en un bucle de reproducción en su oficina centrada en Mavis. La notable cita de Dunye sobre la investigación de los marginados (“A veces tienes que crear tu propia historia”) es el mantra de Jones para su misión de archivo. Al principio, vemos algunos deepfakes divertidos que muestran a Mavis reconocida por personas como Obama y Oprah.

Cuando el documental pasa a las llamadas en frío, las visitas a domicilio y la astuta búsqueda en Internet, resulta que hay detalles reales y tentadores por descubrir. Las mujeres consiguen entrevistas con dos de los fundadores de la empresa de software, pero sabiamente no aceptan su versión optimista y cuidadosamente seleccionada como una verdad absoluta, y finalmente descubren que las relaciones no terminaron tan amistosamente entre los hombres, que amasaron millones, y la mujer por la que pagaron 500 dólares.

Como contrapartida, Jones tiene en mente una conclusión más cálida para la película: una charla devocional con L'Espérance —lo que Jones llama un “control de bienestar”— si, es decir, pueden encontrarla. O si ella siquiera quiere que la encuentren. Ver a Jones y Ross navegar por una búsqueda complicada que se extiende a caballo entre las trampas del periodismo ciudadano, la energía del culto al héroe y la seriedad de la investigación ética es donde “Seeking Mavis Beacon” encuentra finalmente su corazón más verdadero, narrando un viaje que invariablemente choca con el problema de qué perspectiva ocupa el centro del escenario.

Hay algunos momentos vergonzosos en los que la pareja gana en su trabajo de detectives y pierde como fans vulnerables. Pero como cualquier búsqueda conmovedora que se precie, “Seeking Mavis Beacon” hace que los momentos bajos sean tan significativos como los buenos, y promueve un mundo web salvaje en el que el misterio y la exposición pueden coexistir pacíficamente.

'En busca de Mavis Beacon'

Sin calificación

Duración: 1 hora, 42 minutos

Jugando: Teatro Nuart de Landmark, oeste de Los Ángeles

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