Todavía es demasiado fácil dañar nuestros preciados teléfonos, y mi Pixel 9 ya tiene un feo rasguño para demostrarlo.

Imagina que compras un coche y, en cuanto lo compras, lo cubres con una capa de plástico acolchado de un centímetro de grosor. Suena ridículo, pero eso es lo que hacemos con la mayoría de los teléfonos inteligentes. Estos dispositivos que prometen resistencia a las caídas, al agua y al polvo se consideran tan frágiles que les ponemos fundas y protectores de pantalla casi tan pronto como los sacamos de la caja.

Estaba pensando en esto porque durante años fui un tipo que no usaba fundas para el iPhone y solo comencé a ponérmelas porque quería colocar un Pop-Socket o algún otro tipo de soporte para iPhone que me facilitara la grabación de videos. Desde entonces, nunca he vuelto a usar un protector de pantalla, ya que me apresuro a decirle a cualquiera que no dejo caer mi teléfono.

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