La recuperación económica de Malasia bajo el liderazgo de Anwar Ibrahim

Cuando Anwar Ibrahim asumió el cargo de Primer Ministro de Malasia en diciembre de 2022, recibió un mandato plagado de consecuencias económicas de una pandemia mundial y deficiencias estructurales de larga data.

Anwar—descrito por El economista Malasia, a quien se considera la “figura más enigmática de la política del sudeste asiático en medio siglo”, heredó este desafío en un momento crucial. La desindustrialización prematura de Malasia (la contribución del sector manufacturero al PIB y al empleo disminuye a un nivel de ingresos inferior al previsto) había llevado a un estancamiento estructural. El éxodo de trabajadores cualificados en busca de mejores oportunidades en el extranjero mermó aún más la reserva de talentos nacionales. Estas vulnerabilidades se vieron exacerbadas por la corrupción sistémica y una creciente deuda nacional que había alcanzado niveles alarmantes.

Reformas fiscales y optimización de costos

¿Cómo pensaba Anwar abordar estos problemas acuciantes? Para hacer frente a las deficiencias fiscales, introdujo una serie de nuevos impuestos, entre ellos un impuesto más elevado sobre los servicios y un impuesto sobre las ganancias de capital, que se prevé que aumente los ingresos del gobierno en aproximadamente 728 millones de dólares. Además, introdujo la Política Salarial Progresiva (PWP) para alinear el crecimiento salarial con la productividad, con el objetivo de combatir el estancamiento salarial y elevar los niveles de vida. Esta política pretendía garantizar que, a medida que los trabajadores se volvieran más productivos, sus salarios aumentaran en consecuencia, mejorando así su poder adquisitivo y su bienestar económico general.

En cuanto a la optimización de costos, la administración de Anwar emprendió la difícil tarea política de racionalizar los subsidios y gestionar los costos de la función pública. La transición de los nuevos funcionarios públicos a un sistema de Fondo de Previsión de Empleados (EPF, por su sigla en inglés), que se prevé que reduzca los costos de las pensiones a largo plazo, fue un paso importante. Esta medida tenía como objetivo aliviar la carga financiera del gobierno al trasladar las futuras obligaciones de pensiones a un modelo más sostenible.

Además, la promulgación de la Ley de Finanzas Públicas y Responsabilidad Fiscal (FRA) institucionalizó una gestión fiscal prudente con objetivos de déficit fiscal del 3% y una relación deuda/PIB del 60%. Este marco legislativo tiene por objeto garantizar que las políticas fiscales de Malasia sigan siendo sostenibles a largo plazo, proporcionando un entorno económico estable que favorezca el crecimiento.

Inversión y crecimiento económico

Los esfuerzos para aumentar la inversión han permitido que la administración agilice las aprobaciones de inversión extranjera directa (IED) y mejore la facilidad para hacer negocios. Se han atraído inversiones significativas en sectores de alto valor, como la fabricación de semiconductores y la tecnología digital. Al centrarse en sectores con un alto potencial de crecimiento y avances tecnológicos, Malasia pretende ascender en la cadena de valor global y fomentar una economía más dinámica y competitiva. Las medidas para impulsar la calidad de la inversión se centran en la productividad laboral a través de la automatización y el aumento del gasto en investigación y desarrollo. Estas iniciativas están diseñadas para crear una economía más impulsada por la innovación, reduciendo la dependencia de la mano de obra poco calificada y mejorando la productividad general.

Estas reformas tienen implicaciones importantes tanto para Malasia como para la región asiática en general. No obstante, persisten los desafíos. Recientemente, el intento de Malasia de reorientar los subsidios a la gasolina enfrentó posibles reveses luego de la significativa derrota del gobierno en una elección parcial estatal el fin de semana. Los votantes de Sungai Bakap expresaron su descontento, y el partido de oposición islamista PAS retuvo el escaño rural en el norteño estado de Penang por una mayoría sustancial de 4.200 votos el sábado, a pesar de la baja participación electoral. Esta derrota, impulsada por los altos costos de vida vinculados a otros recortes recientes de subsidios, puso de relieve la insatisfacción pública con las políticas económicas de Anwar.

El El diario South China Morning Post reportado “La desigual recuperación de Malasia tras la pandemia ha obligado a millones de trabajadores del sector privado a echar mano de sus ahorros de jubilación para cubrir los gastos de subsistencia después de que los cambios en el fondo de ahorro obligatorio del país permitieran retirar miles de millones de ringgit en cuestión de semanas”. Como resultado, la coalición gobernante de Malasia no pudo conseguir un escaño en una elección parcial en el estado natal de Anwar. Los líderes del partido atribuyeron la pérdida más significativa al aumento de los precios del combustible. Según la Comisión Electoral, Bloomberg reportado que la alianza opositora federal, Perikatan Nasional, más que duplicó su margen de victoria en la sede del estado de Sungai Bakap en Penang.

Sin embargo, aunque perdió el escaño estatal, la coalición de Anwar logró una victoria en un escaño federal. En las recientes elecciones de Kuala Kubu Bharu, el Partido de Acción Democrática (DAP) de la coalición de Anwar ganó por una mayoría de 3.869 votos, obteniendo 14.000 votos contra Khairul Azhari Saut, de la coalición opositora Perikatan Nasional (PN), que recibió 10.131 votos.

Esto pone de relieve dos aspectos de la historia: por un lado, la insatisfacción con ciertas políticas económicas ha provocado importantes reveses a nivel estatal, mientras que, por otro, los éxitos en las elecciones federales sugieren que la coalición de Anwar todavía conserva un apoyo sustancial en otras áreas. Los resultados dispares reflejan el complejo y cambiante panorama político de Malasia.

El camino por delante

Estos resultados electorales ponen de relieve el delicado equilibrio que debe mantener la administración de Anwar entre la aplicación de las reformas económicas necesarias y la gestión del descontento público. Si bien la introducción de nuevos impuestos, la racionalización de los subsidios y la inversión en sectores de alto valor son pasos críticos hacia el rejuvenecimiento económico, no se puede subestimar el impacto sobre la población, en particular en términos de costos de vida. La capacidad de Anwar para sortear estos desafíos será crucial para determinar el éxito a largo plazo de sus políticas económicas y, por extensión, el futuro económico de Malasia.

Por eso, Malasia se encuentra en esta encrucijada y los próximos años pondrán a prueba no solo la perspicacia política de Anwar, sino también la resiliencia de una nación que lucha por recuperar su vitalidad económica y su posición global. El mundo observa con atención: ¿el camino de Malasia sentará un precedente para otras naciones que atraviesan recuperaciones y transformaciones estructurales similares después de la pandemia? La respuesta aún está por verse, pero una cosa es segura: el liderazgo de Anwar será un factor determinante en esta narrativa que se está desarrollando.

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